Después de comprar un regalo para mi hermanito por el día del niño, mientras espero que me pasen a buscar en auto por Acoyte y Rivadavia para ir a jugar a Ituzaingó, me siento a comer un pancho.
Aparecen dos chiquillos de unos 10 años aproximadamente.
Miento, en realidad se hicieron aparecer, porque si no fuera porque se detuvieron a hablarme, yo ni me daba cuenta de que estaban ahí.
Era el día del niño. Ese día y los días anteriores, la caja de la juguetería albergó gran cantidad de caras de próceres ("próceres") y números impresos en papel moneda. Próceres cambiados por materiales de entretenimiento.
Materiales disfrutados o no mientras dos chicuelos le preguntaban a un pibe de barba "¿nos comprás un pancho?".
El pibe de barba les da los diez pesos que no le sobraban en el bolsillo. Al compás, un triste pensamiento. Uno se siente bien por haberle llenado la panza a un pibe de la calle.
Sí, lástima que esa alegría dura lo que me dura la alegría de tomar un té de durazno con leche y comer algunas galletitas dulces por la mañana. De hecho, por eso ni siquiera se llega a sentir alegría.
No sé si fue en los encuentros pre-voluntariado o en el curso sobre violencia en las escuelas que escuché que "no sirve darle el pescado a la gente, que lo que hay que hacer es enseñarles a pescar".
La verdad es que con eso tampoco alcanza, ¿cuánta gente hay que sabe pescar y no los dejan hacerlo?.
Se que al pibe no le solucioné la existencia y se que es estúpido haberme sentido un poco bien conmigo mismo.
Voy a procurar que la próxima vez sean visibles porque yo los veo y no porque ellos tengan que ganar la lucha por hacerse ver.
Que se yo. Estas cosas me superan tanto que se me cruzan infinidad de ideas tan rápido por la cabeza que no se cuál de todas escribir.
lunes, agosto 09, 2010
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5 comentarios:
A mí también me pasa que se me juntan todas las ideas y no sé qué decir primero con estas cosas...
Te bajan a la realidad, no? Uno va por la vida pensando en cosas que para uno son importantes, el examen que tenemos que rendir, lo cara que esta la carne que hace meses que no me como un asado, juntar la plata para el recital de esa banda internacional que tanto esperabamos que venga, y de pronto, flaa, el yunque que te ancla a la tierra de pronto.... Uno se siente vanal y superficial, egoista...
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Soluciones son a largo plazo, por que lo hecho no alcanza. Hacen falta todavía más acciones y, FUNDAMENTALMENTE, más compromiso de todos, reveer realmente cuánto podemos hacer, por más pequeño que sea, y que tanto nos podemos llegar a meter en el asunto. Después no sirve quejarse al pedo.
Vale sin dudas comprar el pancho, ayudarlo aunque sepas que no es ni un ínfimo por ciento de algo parecido a una solución, pero que sí revela que hay algo adentro que te hace querer cambiar en algo las cosas, y que no vale la pena estancarse.
Después de este mensaje bolivariano (¿?), te mando un saludo. Adios!
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